Un tipo de úlceras muy comunes son las úlceras venosas. Se producen preferentemente en cara interna del tobillo, sobre zonas con importantes cambios de coloración y consistencia debidos a la insuficiencia venosa que padece el paciente.

En estos casos, es muy importante realizar un estudio riguroso del paciente con vistas a filiar de forma adecuada su problema. Algunos de estos casos se pueden ver en el contexto de una trombosis venosa antigua, el llamado síndrome posflebítico.

Una de las principales causas que causan el deterioro de la cicatrización en este tipo de úlceras es la eccematización importante que se ocasiona debido al continuo cambio de pomadas, apósitos y productos variados intentando cicatrizar la lesión sin tener en cuenta la causa que la origina: la hiperpresión venosa. En estos casos es fundamental la compresión elástica para minimizar la presión venosa distal.

Para evitar la recidiva, en ocasiones intervenimos al paciente para eliminar la insuficiencia venosa que origina la lesión.

Otras úlceras difíciles de tratar y que producen un importante deterioro de la calidad de vida por el dolor que ocasionan son las úlceras hipertensivas o úlceras de Martorell. Con nuestro protocolo de manejo de estas lesiones hemos conseguido unos excelentes resultados.

Al igual que en el pie diabético, el abordaje de cualquier úlcera es diagnosticar correctamente el origen de la misma para poder tratarla de forma adecuada. Si no se hace así y solo nos ocupamos del tratamiento local, estamos condenados al fracaso. Esto es especialmente cierto en lesiones como la que mostramos en la siguiente imagen, tratada como una “úlcera” durante más de un año. Se realizó una biopsia que puso de manifiesto que se trataba de un carcinoma epidermoide.

Incluso casos complejos, con exposición de tendones pueden tener solución.